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¡No le toques ya más,

que así es la rosa!

Juan Ramón Jiménez.

 

Una nueva generación de esa genial saga de artistas que son los Echevarría ha llegado para reclamar su puesto. Desde el gran Juan de Echevarría, elogiado por Apollinare y los vanguardistas franceses, pasando por los Federicos y Jorges de la familia, pintores de deslumbrante técnica e originalidad, la vocación por las artes plásticas insiste en manifestarse con tanta contumacia como acierto en los nuevos miembros de la estirpe.

 

Regina trabaja una técnica de composición  de Jardines Verticales con elementos vegetales preservados, donde asoman visiones de sus Islas Canarias natales, con sus ricos bosques de laurisilva, herencia de aquellos que cubrieron en su día toda la Europa continental,  así como de las feraces selvas de Centroamerica, donde tuvo lugar su infancia y primera juventud.


 

En toda la obra de Regina se percibe esa añoranza miltoniana de un paraíso perdido y quizás no sea casual que haya optado por la técnica de la preservación para su expresión artística, pues en su concepción  late una voluntad de regresión a los cármenes  de nuestra infancia, a ese mundo primigenio, donde pugna la mano del hombre que domestica la naturaleza sin herirla y la fuerza de ésta, que insiste en brotar por doquier, indiferente a nuestras pretensiones.

 

Asomarse a sus Jardines Verticales  de interior es abrir una ventana, en muchos casos desde nuestra propia jungla urbana, a ese mundo natural e indómito. Las plantas preservadas han experimentado un proceso de sublimación que las ha tornado incorruptibles y ese propósito y esa aspiración, sin duda deliberadamente naif, de  regreso a una naturaleza virginal, alienta toda la obra de Regina.

 

La verticalidad favorece su incorporación a nuestros espacios urbanos, pues desde el principio la obra está pensada para insertarse en nuestra cotidianidad y la artista la trabaja en distintos formatos que  permiten versatilidad y adaptación al entorno donde va exponerse.

Cree Regina que la composición artística debe avanzar hacia un dialogo entre el artista y el entorno en el que va a quedar instalada la obra.

 

Desde siempre la investigación artística busco congelar el instante, atrapar en su seno  el perfume indeleble de momentos concretos que el tiempo con sus mudanzas arrasa. Bellamente preservados, capturados en su efímero esplendor, las flores, musgos, líquenes y plantas  sobreviven a su tiempo en estas composiciones,  permitiéndonos el solaz permanente de su contemplación.

 

Ignacio Romero Laviña.

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